martes, abril 25, 2006

Peru y Chile: sobre “trofeos”, propaganda e histórica desconfianza

Desde hace algún tiempo, y a raíz de la evidente desconfianza peruana por la carrera armamentista chilena, el gobierno sureño viene rehaciendo su estrategia diplomática y de medios (propaganda), a fin de “blanquear” sus reales intenciones de seguir ampliando su dominio geoeconómico sobre el Pacífico Sur. Dominio que no sólo se circunscribe a la toma y control de territorios vecinos, sino a la de influenciar y/o controlar la economía a través de: (i) inversiones “protegidas”, (ii) el acercamiento “liberal” a ministros y alta burocracia “sensibles” a los intereses chilenos y (iii) la angurria de lobbies jurídico-políticos que les “proporcionan” ingeniosas normas legales y/o “asesoría” para burlar el marco normativo y regulador del Estado.

No otra cosa significa su “disposición” a devolvernos algunos bienes patrimoniales (reliquias y/o documentos) “confiscados” por las tropas chilenas durante la ocupación de Lima, principalmente. Nos referimos a libros y documentos extraídos bajo la modalidad de pillaje (hurto, rapiña, latrocinio, despojo, etc.) de nuestra invaluable -entonces- Biblioteca Nacional. Una propuesta que nuestros (¿?) medios viene relevando como un gran logro de personajes públicos que consideran tal devolución como un acto de recupero de nuestra dignidad, luego de demandas “lastimeras” que pareciera promovida desde el mismo gobierno chileno. Evidentemente, como una táctica de “ablandar” a la opinión peruana crítica y cuestionadora del tipo de relaciones establecidas con nuestro siempre agresivo competidor sudcontinental. Una táctica que les da tiempo para adecuarse a un entorno “desfavorable” y les permite afinar su estrategia económico-militarista (o doctrina Portales), en la cual el rol del Perú (y Bolivia), no pasan de ser sino vecinos subordinados... por la razón o la fuerza, como reza el lema de su escudo nacional.

En cualquier de los casos, la “devolución” de libros, obras de arte e inclusive la de los restos del monitor “Huáscar”, no pasa de ser actos de simbolismo patriotero de quienes siguen pensando que las deudas históricas se pagan con restos poco o nada servibles. Estamos convencidos de que el deseo de Grau, era hundirse con su nave, sin embargo el destino y el sentimiento de quienes se sienten “guerreros” mapuches (feroces y vencidos), quisieron tenerlo como simbolo de afrenta al Perú. Precisamente, dichos espiritus patrioteros son los que reclaman una “devolución”... cuando algo más digno sería hundirlo en el lugar del combate: Angamos. Pero no. Desean y suspiran por los bienes sobrantes de un infausto y calamitoso conflicto bélico, donde fuimos arrastrados por ése blasón peruano: “Antipatria e Imprevisión”. Blasón que en los momentos actuales, y cuando Chile se muestra arrogante y desafiante, se viene convirtiendo en el lema de la traición. Alguién dijo que “...lo únicos que conocen las virtudes y debilidades de los peruanos, son los chilenos”. Yo agregaría: “...más que la mayoría de los propios peruanos”.

Es posible que muchos de los lectores peruanos, prefieran sentirse ajenos a la real historia del Perú y en particular de los antecedentes y sucesos de la denominada “Guerra del Pacífico”, particularmente limeños y quizás descendientes de las “Damas Limeñas”, que fueron las faldas tras la cual se protegían los “ilustres y connotados” limeños cuya repugnancia a los peruanos “montoneros” -pobres y/o incultos- de Piérola y Cáceres, los hicieron tomar partido (“Antes que Piérola, los chilenos”) por la colaboración y la "tranquilidad" de la ocupación. Peruanos que creían -y creen- que Lima es el Perú, quienes sin ningún afán patriótico por defender la patria grande, aunque sea en Lima, prefirieron convertirse en diligentes colaboradores del ocupante. Claro, salvo muy honrosas excepciones. Excepciones, cuando no, que nuestros “historiadores” han utilizado para “blanquear” a familias cuyos descendientes han devenido en los “pacifistas no patrioteros”. Familias que luego de la ocupación, escondieron a los peruanos -a los chilenos no-, una desde ya histórica progenie chilena. ¡Vaya usted a saber!.

Desde el otro lado, su historia "oficial" (Ver...) sólo trata de demostrar que la guerra fué una respuesta a las atrocidades que peruanos y bolivianos cometían con sus nacionales en los hoy en día territorios ocupados. Por supuesto, se guardan bién de explicar las motivaciones geoeconómicas (territorio, recursos en explotación -salitre, guano, cobre, sal, etc.- y dominio marítimo) de la invasión y desmembramiento territorial de los vecinos, en donde el maltrato real o simulado de nacionales (ambos útiles para la propaganda), era sino el pretexto para la acción bélica. Sobre el particular es relevante la cita de Nelson Manrique (1981), sobre el objetivo económico-territorial e inmediato de la acción bélica (control territorial hasta Tarapacá), y los excesos de poder de la clase militarista chilena imbuida de la "doctrina Portales", cuyo objetivo propio era destruir al Perú como enemigo, en el momento y para siempre. Por lo que, más allá de las órdenes del Congreso chileno, decidieron de motu propio ocupar Lima y controlar el Callao.

Leamos a Manrique: "En 1836 Chile y Argentina intervinieron contra la Confederación Peruano-Boliviana, proyecto integracionista impulsado por el mariscal Andrés de Santa Cruz, que buscaba restituir la unidad de dos territorios ligados por múltiples lazos históricos hasta fines del siglo XVIII y que, dentro del complejo ajedrez de la constitución de la Gran Colombia con la que soñaba Bolívar, había dado lugar a la formación de dos repúblicas separadas. El proyecto unitario de Santa Cruz (hombre de los dos países, pues era hijo de madre boliviana y padre peruano) alarmaba a la burguesía chilena. El ministro Diego Portales, uno de los más lúcidos artífices de su proyecto nacional, definió muy claramente la posición que guiaría en adelante la política chilena con relación a sus vecinos del norte, en una carta dirigida al contralmirante Blanco Encalada, en medio de la campaña contra la Confederación:

«No podemos mirar sin inquietud mayor alarma, la existencia de dos pueblos confederados que a la larga, por la comunidad de origen, lengua, religión y costumbres formarán como es natural un solo núcleo... La Confederación debe desaparecer para siempre jamás del escenario de América. Por su extensión geográfica, por su mayor población blanca, por las riquezas conjuntas del Perú y Bolivia, por el dominio que la nueva organización trataría de ejercer en el Pacífico, arrebatándonoslo; por el mayor número de gente ilustrada de la raza blanca muy vinculada a las familias de influjo en España que se encuentran en Lima; por todas estas razones la Confederación ahogaría a Chile antes de muy poco.»

La doctrina Portales ponía gran énfasis en la necesidad de afirmar la hegemonía chilena sobre el mar, a través de la constitución de una poderosa marina de guerra y una gran marina mercante. Este tema resurgiría en plena Guerra del Pacifico durante la interpelación al ministro Balmaceda en las cámaras chilenas, en 1883, cuando éste tuvo que contestar a la pregunta de por qué el Ejército chileno prosiguió las acciones militares contra el Perú cuando Tarapacá ya había sido conquistada, con lo que ya se habían cumplido los objetivos de la intervención militar chilena, y se marchó contra Lima. Balmaceda respondió que para que Valparaíso surgiese, el Callao tenía que perecer. Así pues, los conflictos que se dirimían no se limitaban a la disputa por el guano y el salitre, sino tenían un trasfondo histórico más profundo"
.

Una precisión final; el artículo no lleva una connotación -necesariamente- beligerante, por lo menos mientras la correlación de fuerzas favorezca a Chile. Ello sería una desinteligencia y falta de tino ante un país que históricamente se ha caracterizado por su afán militarista, dentro de cuya visión los actos políticos y diplomáticos son los medios "lícitos" para encubrir las reales intenciones de agresión. En tal caso, la finalidad de poner en discusión aspectos básicos de la estrategia chilena, no es sino mantenernos alertas y proactivos hacia el logro de un país con un proyecto nacional compartido y en donde nuestras Fuerzas Armadas, adecuadamente implementadas, cumplan su rol disuasivo ante cualquier aventura vecina. En resumen; mientras Chile busca los pretextos, nosotros cubrimos nuestras debilidades... siendo el tiempo nuestro mejor aliado. Desde luego, si asumimos los riesgos que enfrentamos como nación.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Por medio de este blog, narro lo siguiente.Por herencia de mi tatarabuelo el coronel Aurelio Pinto Gamboa, heroe de la guerra del Pacifico, quien estuvo durante la ocupacion en Lima, soy poseedor de una serie de libros valiosos, fruto del saqueo. Gran parte de ellos corresponden a Juan Rondon Rodriguez. Ignoro quien era ese señor durante esa epoca, pero gustosamente desearia devolver tales libros a algun descendiente directo por via paterna.
Contactar a divinorum79@hotmail.com

Anónimo dijo...

Sirmpre los peruanos....

Cuando se les tapa el WC...piensan que Chile les oculto el SOpapo....

Saludos, que se mejoren algún iía.

Anónimo dijo...

"...los restos del monitor “Huáscar”..."

Sería interesante que algún día tuvieses la posibilidad de viajar a Talcahuano, en Chile, e ir a observar esos "restos"... Convertidos ahora en un museo en memoria a todos los que sirvieron y murieron ahí (sí, "todos"); uno de los dos únicos monitores que quedan con capacidad operativa en el mundo.

Está claro que en la guerra de 1879 Perú no tenía nada que hacer... lamentablemente se vió metido en un conflicto entre Bolivia y Chile por culpa de un presidente boliviano incapaz de cumplir la palabra empeñada y que prefirió desconocer los tratados firmados y llenarse los bolsillos a costa de los rotos... mal le salió todo, al fin y al cabo, y por su culpa los dos países del norte terminaron pagando. Pero esto obviamente nadie lo recuerda, la historia siempre comienza desde "Chile le declaró la guerra a Bolivia y Perú" y se salta a "para ganar territorio" olvidando también como Chile en el mismo tiempo cedió toda la patagonia a Argentina, y sobre lo cual nadie llora aquí.

Chile se está armando, dices... Si quieres verlo de un modo, piensa que lo que se hace aquí es simplemente asegurarse de tener los medios suficientes para defender lo que es nuestro en caso de que algún vecino decida desconocer otra vez los tratados firmados, como los de límites marítimos.

No como que creamos que Humala de ser elegido pueda ser tan idiota como para decidir enviar buques de guerra a su supuesto "territorio marítimo peruano" en la frontera norte, pero siempre es bueno estar listo.

Antonino Paraggi dijo...

"la “devolución” de libros, obras de arte e inclusive la de los restos del monitor “Huáscar”, no pasa de ser actos de simbolismo patriotero de quienes siguen pensando que las deudas históricas se pagan con restos poco o nada servibles"
Entonces que propone, hundir una reliquia valiosa como el huascar y entrar a saquear Santiago??

“Antes que Piérola, los chilenos”
Le parece buena la division estupida entre peruanos que preferian al enemigo extranjero antes que otro peruano de diferente partido?

Anónimo dijo...

Interesante el articulo. Kike

Anónimo dijo...

Me parece un artículo interesante. Pero se hace evidente que está cargado de esos mismos sentimientos patrioteros que tanto criticas.
Por otra parte, sería muy bueno que profundizaras más la bibliografía que usas para citar la historia oficial del "otro lado".Pues, el link al cual haces referencia pertenece a un grupo de desfachatados patriotas ultraderechistas que lo único que logran creando eso sitios, es generar todavía más anticuerpos entre ambos íses. Espero que no hayas elegido esa página apropósito, con el fin de respaldar tu paranoíca teoría.
En fin, espero que te mejores de tu resentimiento algún día.