viernes, diciembre 23, 2005

El dólar...¿una moneda confiable?

Uno de los "misterios" de la economía, es el real valor de la moneda americana. Uno de los hechos que evidenció el poco valor del dólar, se dió cuando EE.UU. de manera unilateral decidió declarar la inconvertibilidad del dólar por oro en 1971. Ello, a raíz de la exigencia de los países europeos (Francia, en particular) por requerir que sus altos superávits comerciales con EE. UU. fueran cancelados con oro.

La decisón americana llevó a que el dólar "saltara" de los $35 a los $400 dólares por onza troy de oro. Es decir, el "sinceramiento" del valor real del dólar, implicó el reconocimiento que el valor de la moneda americana "respaldada" en oro, no era de 1/35 (0.02857) sino de 1/400 (0.0025); es decir, 11.4 veces menos. Claro, sin considerar que ya en el 1980, como refiere el artículo siguiente, la cotización de la onza troy de oro alcanzó los $800.

Ahora bien, que pudo haber estado sucediendo. Una de las explicaciones es que, el gobierno americano basado en la "confianza internacional", estuvo haciendo emisiones del papel moneda sin el respaldo suficiente en oro. Es lo que se considera en economía como "emisiones inorgánicas" y que permite que una economía como la americana se beneficie del resto del mundo, al adquirir bienes y servicios con una moneda en constante "devaluación" y que sigue considerándose una divisa dura y constituida en el "patrón" monetario de intercambio internacional. Por lo demás, nada hace pensar que dicha tendencia haya desaparecido, y que se siga haciendo emisiones basada en riquezas y potenciales que no necesariamente son los suyos.

Para dar una visión mas amplia sobre el tema, me permito insertar -por su pertinencia- el artículo de Gustavo Adolfo Vargas (Jurista, Politólogo y Diplomático) aparecido en la edición (19.jul.02) de "El Nuevo Diario", Managua/Nicaragua
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La Globalización y el Sistema Monetario Internacional

De los acuerdos realizados en Bretton Woods en 1944, surgieron instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), igualmente se estableció la libre convertibilidad entre oro y dólar, base del sistema monetario internacional.

Sin embargo, el 15 de agosto de 1971 Richard Nixon, presidente de los Estados Unidos de América del Norte, anunció que su país abandonaba unilateralmente la convertibilidad del dólar con el metal precioso. De esta manera, se derribaba el pilar fundamental de una arquitectura global basada en la convertibilidad del dólar con respecto al oro.

El sistema de Bretton Woods fue abandonado unilateralmente por los EE.UU. para mantener su hegemonía económica, política y militar, erosionada seriamente por los costos de la Guerra de Vietnam. Con está acción unilateral e inconsulta, se estafó a todos los países que tenían sus reservas en dólares, y se estableció de hecho una flotación general de las monedas respecto al oro.

El oro aumento vertiginosamente su precio, pasando de 35 dólares onza troy que se pagaba en 1944, hasta alcanzar los casi 800 dólares que llegó en 1980, haciendo la delicia de los especuladores de todo tipo, especialmente de los países desarrollados en detrimento de los subdesarrollados.

A pesar de que la relación oro-dólar creció y osciló muchísimas veces en más de medio siglo, las reservas de muchos países continúan estando en billetes estadounidense y no en oro u otros metales preciosos; subvencionando de esta manera el crónico déficit fiscal y comercial estadounidense.

Esta incongruencia se debe a un engranaje tan ficticio como perfecto, que combina un déficit fiscal y comercial casi permanente de EE.UU., la pérdida de credibilidad de las instituciones fundadas en Bretton Woods, y el abandono de un sistema monetario basado en la producción de bienes reales y no en transacciones electrónicas.

Es así, como el sistema monetario mundial es cada vez más abstracto, las transacciones electrónicas superan varias veces a las de bienes y servicios reales, convirtiéndose en un sistema virtual que infla un globo irreal que puede estallar en cualquier momento.

Se estima una proporción de 1 a 250 en dinero circulando por ambas vías, pero ese número cambia todos los días a favor de una economía financiera que no genera bienes reales ni satisface necesidades.

El capital tiene más movilidad que los otros factores de producción, y el capital financiero es más móvil aún que la inversión directa. El capital financiero se desplaza allí donde obtiene mejores recompensas, sin preocuparse del desarrollo de los países.

Debido a estas ventajas, el capital se acumula cada vez más en las instituciones financieras y en compañías multinacionales que se cotizan en bolsa; en este proceso, los mercados financieros actúan como intermediarios.

Las instituciones de Bretton Woods, el FMI y EL BM, no han sabido ni podido adaptarse a unas circunstancias que cambian con rapidez, limitándose a imponer a los países subdesarrollados y de Europa del Este, recetas y remedios que no aplicarían en sus propios países.

Los programas del FMI no han tenido éxito en las repetidas crisis financieras de los últimos tiempos; su misión y sus métodos de funcionamiento deben de ser reconsiderados. Son necesarias otras instituciones que tomen en cuenta los intereses de los países subdesarrollados.

El desarrollo de una supuesta, economía global no ha coincidido con el desarrollo de una sociedad global. La unidad básica de la vida política y social sigue siendo el Estado-Nación. Empero, los mercados financieros globales están fuera del control de las autoridades nacionales e internacionales.

Los mercados financieros son intrínsicamente inestables y existen necesidades sociales que no pueden satisfacerse dando carta blanca a las fuerzas del mercado. Pero, el fundamentalismo del mercado le ha entregado las riendas al capital financiero.

El fundamentalismo del mercado es el responsable de que el sistema carezca de solidez y sea insostenible. Los valores monetarios y los mercados transaccionales no ofrecen una base suficiente para una cohesión social. Por el contrario, han erosionado los valores morales tanto a nivel nacional como internacional.

El sistema capitalista global ha permitido que el mecanismo del mercado y el afán de lucro penetren en esferas de actividad que no le son propias. Las incursiones de la ideología del mercado en campos muy distantes de los negocios y la economía ha tenido efectos sociales destructivos y desmoralizadores.

El desencanto con la política ha nutrido al fundamentalismo del mercado, y el ascenso del fundamentalismo del mercado ha contribuido, a su vez, al fracaso de la política. Si a las fuerzas del mercado, se les concede una autoridad completa incluso en los campos puramente económicos y financieros, producirán más caos y podrían desembocar en última instancia en el desmoronamiento del sistema capitalismo global.

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