Economía nacional: entre la realidad y la ficción...
Es muy común observar en nuestro país, con relación a temas de desarrollo y políticas de Estado, la promoción de controversia y polémica a partir de argumentos insustanciales o traídos de los pelos. Desde luego, si ello no fuera altamente pernicioso para la articulación de consensos sociales y políticos, y en consecuencia relevante para el presente y futuro de nuestra nación, dichas controversias y polémicas nos pasarían de ser situaciones divertidas e ingenuas, sino formas aceptables de entretenimiento social que los medios se esmeran en usar como artilugio para conseguir mas lectores, oyentes o televidentes.
Sin embargo, dichas controversias y polémicas que son promovidas desde los altos niveles de decisión de las empresas propietarias de los medios de información (periódicos, revistas, radioemisoras y canales de televisión), están muy lejos de ser divertidas e ingenuas. En todo caso, pensemos que lo hacen gratuitamente y porque desconocen -por lo general- los temas que tratan sus redactores y/o sus entrevistados, quienes a su vez pueden tener intereses particulares -evidentes o no-, sino simplemente afán por “declarar algo”. Declaraciones que, por supuesto, a los medios les interesa -de manera especial- difundir o propagandizar...
Previamente, debo precisar que no es mi intención hacer referencias específicas a los diversos temas que hoy en día se tratan en los medios, como los del TLC y su difundida “enorme” importancia para el crecimiento de las exportaciones “no tradicionales” y su posibilidad de generar cientos de miles de empleos para la economía nacional. Entusiasmo que curiosamente es promovido por los sectores importadores no productivos, y de manera particular por COMEX y... sus lobbies locales. Claro que, si alguno de mis lectores -que además no son muchos- piensan que eso es un contrasentido; es pertinente entonces, referir que la economía no solo es racional sino a veces “curiosa”... aunque siempre simple e impactante cuando el sentido común prevalece...
Aclaremos un poco este asunto con las siguientes referencias: (1) Para importar se necesitan divisas (inclusive el dólar...); (2) Las divisas se obtiene de la exportación (minería, pesca, agricultura, turismo receptivo y... migración de peruanos); (3) Los peruanos no tenemos más trabajo pero si cada vez menos ingresos, por lo que nos hemos convertido en regateadores y consumidores de mercaderías "baratas"; (4) Los importadores no productivos -y los contrabandistas- se dedican a “abastecer” al país con mercaderías de uso personal-hogareño de bajo precio y de calidad dudosa; (5) La industria y agricultura local -que es promovida hasta en los países mas librecambistas del mundo-, se ven afectadas en su demanda y producción. En principio, por la situación de empleo y los bajos niveles de ingresos de la población; (6) El nivel de producción de la industria y agricultura local es bajo debido a la recesión imperante, y no recibiendo subsidios como los productores de EE.UU. y Europa, entre otros, se obligan a prácticas "inadecuadas" (trabajos eventuales y con bajos salarios) para “competir” internamente con importaciones “baratas” (por el subsidio y aranceles bajos) y/o con otros exportadores (subsidiados) que ofertan a los mismos mercados externos; y (7) ... Bueno, mejor lo dejo allí... por ahora.
Hecha la necesaria digresión, volvamos al punto de los argumentos insustanciales o traídos de los pelos. Dicen nuestros entusiastas difusores de la apertura irrestricta de mercados y de la privatización “a fondo” de los bienes y empresas estatales, que para reducir la pobreza (generada por la creciente falta de empleo y la disminución y/o pérdida de ingresos), tenemos que producir más y a menores costos, para tener ventajas competitivas en los mercados internacionales. Siendo por lo tanto de suma necesidad, obtener con las concesiones del caso, “nuevos” mercados mediante acuerdos bilaterales de comercio convertibles (en el Congreso) a tratados internacionales, a fin de darle “sostenibilidad legal” en el tiempo al flujo comercial, y más allá de cuestionamientos a futuro por parte de gobiernos que hallen inconvenientes los términos “pactados”.
Esto es, el Estado debe priorizar (si o si) la exportación bienes agrícolas y algunos tipos de confecciones, dado a que nuestro consumo interno es cada día más reducido, sobre todo en productos locales para cubrir las necesidades alimenticias y de vestimenta, principalmente. Con ello solo se pretende -y parece que lo van logrando- desviar la atención del problema principal: la recesión de la economía, más allá de "exitos" macroeconómicos. Expresada esta a través de la disminución de empleos -adecuados o no-, la caida de los ingresos de las familias peruanas y la absoluta reducción de la demanda interna. Todo lo cual comenzó con la recesión de los ’90 y el “diseño” de políticas económicas de “cero tolerancia”, entendidas como la fijación de las metas macroeconómicas: Cero gasto público y Cero inflación... o algo similar. El resultado: 15 años de debacle de la economía nacional donde unos pocos privilegiados vienen siendo los únicos ganadores...
Pero agreguemos algo más. Se viene repitiendo que la agro exportación ha generado el pleno empleo (¿?) en zonas costeras agrícolas, tal como habría sucedido en Ica. Nada más falso. Los empleos son eventuales, no representan ni el 5% de la PEA desocupada, los salarios están por debajo del sueldo mínimo legal (ente 10 y 15 soles / día) y con jornadas que exceden las 8 horas (y... sin pago -o mal pagada- las horas extras). En resumen, no existe tal paraíso que se nos presenta en los medios. Además, un dato clave sobre los bajos salarios y/o de la oferta de trabajo. La mayoría de los trabajadores y sus familias son “beneficiarios” de los programas sociales de alimentación. De allí que, el costo de oportunidad (espectativa de salario) del trabajo en las zonas agrícolas, se ha “reducido” a favor de los empleadores, sean estos pequeños productores-abastecedores o propietarios de las empresas exportadoras (plantas de enfriado y/o embalaje de productos). Situación que es conocida y aprovechada muy bien. Mientras en Lima, los burócratas desinformados -o con mala fe- siguen declarando y abonando a favor de la economía de ficción. Trampa en la cual el gobierno entrante -esperamos- no debería caer...
Sin embargo, dichas controversias y polémicas que son promovidas desde los altos niveles de decisión de las empresas propietarias de los medios de información (periódicos, revistas, radioemisoras y canales de televisión), están muy lejos de ser divertidas e ingenuas. En todo caso, pensemos que lo hacen gratuitamente y porque desconocen -por lo general- los temas que tratan sus redactores y/o sus entrevistados, quienes a su vez pueden tener intereses particulares -evidentes o no-, sino simplemente afán por “declarar algo”. Declaraciones que, por supuesto, a los medios les interesa -de manera especial- difundir o propagandizar...
Previamente, debo precisar que no es mi intención hacer referencias específicas a los diversos temas que hoy en día se tratan en los medios, como los del TLC y su difundida “enorme” importancia para el crecimiento de las exportaciones “no tradicionales” y su posibilidad de generar cientos de miles de empleos para la economía nacional. Entusiasmo que curiosamente es promovido por los sectores importadores no productivos, y de manera particular por COMEX y... sus lobbies locales. Claro que, si alguno de mis lectores -que además no son muchos- piensan que eso es un contrasentido; es pertinente entonces, referir que la economía no solo es racional sino a veces “curiosa”... aunque siempre simple e impactante cuando el sentido común prevalece...
Aclaremos un poco este asunto con las siguientes referencias: (1) Para importar se necesitan divisas (inclusive el dólar...); (2) Las divisas se obtiene de la exportación (minería, pesca, agricultura, turismo receptivo y... migración de peruanos); (3) Los peruanos no tenemos más trabajo pero si cada vez menos ingresos, por lo que nos hemos convertido en regateadores y consumidores de mercaderías "baratas"; (4) Los importadores no productivos -y los contrabandistas- se dedican a “abastecer” al país con mercaderías de uso personal-hogareño de bajo precio y de calidad dudosa; (5) La industria y agricultura local -que es promovida hasta en los países mas librecambistas del mundo-, se ven afectadas en su demanda y producción. En principio, por la situación de empleo y los bajos niveles de ingresos de la población; (6) El nivel de producción de la industria y agricultura local es bajo debido a la recesión imperante, y no recibiendo subsidios como los productores de EE.UU. y Europa, entre otros, se obligan a prácticas "inadecuadas" (trabajos eventuales y con bajos salarios) para “competir” internamente con importaciones “baratas” (por el subsidio y aranceles bajos) y/o con otros exportadores (subsidiados) que ofertan a los mismos mercados externos; y (7) ... Bueno, mejor lo dejo allí... por ahora.
Hecha la necesaria digresión, volvamos al punto de los argumentos insustanciales o traídos de los pelos. Dicen nuestros entusiastas difusores de la apertura irrestricta de mercados y de la privatización “a fondo” de los bienes y empresas estatales, que para reducir la pobreza (generada por la creciente falta de empleo y la disminución y/o pérdida de ingresos), tenemos que producir más y a menores costos, para tener ventajas competitivas en los mercados internacionales. Siendo por lo tanto de suma necesidad, obtener con las concesiones del caso, “nuevos” mercados mediante acuerdos bilaterales de comercio convertibles (en el Congreso) a tratados internacionales, a fin de darle “sostenibilidad legal” en el tiempo al flujo comercial, y más allá de cuestionamientos a futuro por parte de gobiernos que hallen inconvenientes los términos “pactados”.
Esto es, el Estado debe priorizar (si o si) la exportación bienes agrícolas y algunos tipos de confecciones, dado a que nuestro consumo interno es cada día más reducido, sobre todo en productos locales para cubrir las necesidades alimenticias y de vestimenta, principalmente. Con ello solo se pretende -y parece que lo van logrando- desviar la atención del problema principal: la recesión de la economía, más allá de "exitos" macroeconómicos. Expresada esta a través de la disminución de empleos -adecuados o no-, la caida de los ingresos de las familias peruanas y la absoluta reducción de la demanda interna. Todo lo cual comenzó con la recesión de los ’90 y el “diseño” de políticas económicas de “cero tolerancia”, entendidas como la fijación de las metas macroeconómicas: Cero gasto público y Cero inflación... o algo similar. El resultado: 15 años de debacle de la economía nacional donde unos pocos privilegiados vienen siendo los únicos ganadores...
Pero agreguemos algo más. Se viene repitiendo que la agro exportación ha generado el pleno empleo (¿?) en zonas costeras agrícolas, tal como habría sucedido en Ica. Nada más falso. Los empleos son eventuales, no representan ni el 5% de la PEA desocupada, los salarios están por debajo del sueldo mínimo legal (ente 10 y 15 soles / día) y con jornadas que exceden las 8 horas (y... sin pago -o mal pagada- las horas extras). En resumen, no existe tal paraíso que se nos presenta en los medios. Además, un dato clave sobre los bajos salarios y/o de la oferta de trabajo. La mayoría de los trabajadores y sus familias son “beneficiarios” de los programas sociales de alimentación. De allí que, el costo de oportunidad (espectativa de salario) del trabajo en las zonas agrícolas, se ha “reducido” a favor de los empleadores, sean estos pequeños productores-abastecedores o propietarios de las empresas exportadoras (plantas de enfriado y/o embalaje de productos). Situación que es conocida y aprovechada muy bien. Mientras en Lima, los burócratas desinformados -o con mala fe- siguen declarando y abonando a favor de la economía de ficción. Trampa en la cual el gobierno entrante -esperamos- no debería caer...
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