martes, julio 18, 2006

Proinversión, aeropuertos y privatización...

Hace algunos años, y dentro de la “moda” privatizadora, se dio en concesión el principal y más importante aeropuerto del país (“Jorge Chávez”). La ganadora, una empresa (LAP) cuya constitución legal y monto de capital inicial, fue acremente criticada por ciertos sectores de la prensa y algunos de los conocedores del tema aeroportuario. Entre los cuestionamientos se señalaba su reciente constitución y escaso capital como para ser siquiera pre-calificada como postor. Mucho menos para ser calificada. Sin embargo... se llevó la buena pro.

Ello demostraría que tras el poder político -expresado en el gobierno de turno-, prevalecían nuevos grupos “empresariales” que en alianza con los tecnoburócratas -de siempre-, pretendían afianzar sus propios fines. Por un lado, el negocio fácil de tomar bajo control o propiedad empresas públicas rentables. Por el otro, y asumiendo su honestidad profesional, funcionarios y asesores convencidos de que un Estado reducido y ajeno a la función empresarial, era la vía más adecuada para impulsar el desarrollo del país.

Estos últimos, sostenían -y sostienen- de manera general, que: (i) las empresas estatales son un factor “distorsionador” del mercado, en la medida que sus precios se mantenían bajos al usar subsidios (cobertura de pérdidas operacionales), razón por la cual “evitaban” un marco de competencia y eficiencia en la asignación de recursos; (ii) los recursos asignados por el Estado para mantener operativas dichas empresas, no hacían más que distraer recursos presupuestales que eran necesarios para satisfacer otras necesidades sociales (salud, educación, infraestructura económica, etc.); (iii) la empresa privada es la única creadora de riqueza y generadora de bienestar, tal como se ha demostrado (¿?) en los últimos años; (iv) el Estado, es “probadamente” un ineficiente gestor empresarial; y (v) la gestión de empresas públicas es un medio de “corrupción y desestabilización de gobiernos y la democracia (¿?)”...

Evidentemente, dichas ideas o razones progresiva y agresivamente divulgadas, han impregnado de manera tal el imaginario popular y sectores políticos, que se han convertido en “principios” de política económica, cuyo cuestionamiento es motivo de “herejía” y exclusión técnica y/o académica. Sino la muerte política de quienes los contraríen. Precisamente, los inmaculados “profetas” del neoliberalismo, y de la reducción o minimización de la acción del Estado, insisten en desmontar (¿desinteresamente?), todo lo que pueda recordar a una economía mixta donde el Estado asume el rol de promotor y de regulador de los excesos de la actividad privada empresarial.

Precisamente, la concesión del Aeropuerto “Jorge Chávez”, una unidad empresarial altamente rentable (con ingresos netos de más de 30 millones de dólares anuales), que sostenía dentro de CORPAC la operatividad de los demás aeropuertos nacionales, fue seccionada dentro de una estrategia de minimizar el valor operacional de los aeropuertos que ahora se pretende privatizar (concesionar) bajo condiciones mínimas y facilitando que sectores “inversionistas” recreen luego un holding aeroportuario -una suerte de Córpac privado- que tenga el control (uso y abuso) de los servicios aéreos de todo el país.

Una estrategia, al igual que la de los servicios portuarios, que camina sumamente aceitada y sin mayor oposición de quienes asumieron la responsabilidad de ser gobierno. Sin embargo, aún queda pendiente la pregunta, que hasta ahora no tiene respuesta clara y transparente: ¿Cuánto millones de dólares del Aeropuerto “Jorge Chávez” han ido a engrosar la cuenta patrimonial de una empresa (LAP), cuyo capital previo a la concesión, no superaba los 10 mil dólares?... De hecho, las cifras contables sufrieron una suerte de escamoteo de una realidad empresarial que les impedía justificar a Proinversión y amigos, la subasta del patrimonio nacional, como tantas otras privatizaciones. Porque, de haber habido racionalidad y transparencia, la prioridad privatizadora hubiera sido la de concesionar o vender las empresas públicas que mostraban resultados negativos... no las que generaban y generan utilidades. Pero, como comprenderá, la racionalidad y transparencia ha sido un tema ajeno a los privatizadores...

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