sábado, diciembre 03, 2005

Perú, profesionales y “entreguismo”...

Sobre el particular, me voy a permitir ser una especie de “abogado del diablo” y empezar por decir que la discusión en el Perú sobre el tema del gas y otros de actualidad, se viene convirtiendo en una práctica, por cierto, “ociosa”. Y lo digo sin intención peyorativa o ánimo derrotista. Lo que sucede es que las discusiones se hacen desde un enfoque técnico-nacionalista (a posteriori), cuando -por lo general- son de naturaleza técnico-político (a priori). Este es precisamente el error en que se incurre y el drama de nuestros profesionales, quienes al margen de su calificación, consideran lo político ajeno a nuestro quehacer como profesionales. Una percepción que hace de lo político algo “repulsivo” y que equívocamente lleva a la mayoría de los profesionales a calificarse como apolíticos.

Precisamente, discusiones sobre el gas y sobre otras tantas iniquidades que se cometen en nombre del Perú, nos devuelven a la cruda realidad. Un técnico o profesional que se absorbe en su gabinete, estudios, laboratorios y/o en sus labores de emitir opiniones técnicas puntuales, sin conocer y comprender con mayor amplitud la realidad del país, es un profesional “a medias”. Para ser “completos”, además de conocer y aprehender la realidad nacional, se debe ser consciente que cuando hacemos una propuesta y/o tomamos una decisión, cualquiera que sea y en cualquier lugar, se favorece o afecta personas. Y ello es POLÍTICA. No lo que conocemos como tal -y nos genera repulsa- que es la politiquería. Desde luego, la calidad de la política se pondera en función de que tantos beneficios se logran para los más... en términos amplios, para el país. En consecuencia, antes de tomarse una decisión de política nacional, se debe llevar a cabo las discusiones pertinentes, pero previo a las mismas, se debe tener un marco referencial -datos, cifras, etc.- que permita que las mismas se desarrollen con la amplitud y transparencia del caso. Desgraciadamente, por considerarnos -en su mayoría- apolíticos, llegamos siempre -un poco tarde- a mostrar nuestra preocupación cuando ya los hábiles operadores de lobbies han hecho su trabajo de siempre: OCULTAR INFORMACIÓN Y CONSUMAR HECHOS... y si les falta algo, RECONSUMARLOS...

Podemos decir entonces que, si un profesional no tiene claro para que (fines y objetivos) desempeña su trabajo o función, mas allá de conseguir sus emolumentos para “vivir mejor”, entonces estamos condenados como Nación a seguir discutiendo sobre hechos consumados... o casi consumados. Es necesario entonces que concurrente con nuestras desazones y actitudes cuestionadoras, nos hagamos una autocrítica sincera con relación a nuestro rol como profesionales en un país -como el nuestro- que es TIERRA DE NADIE... donde la prepotencia, el abuso, la ineptitud y sobre todo la corrupción se convierten en normas de conducta “aceptadas”. Por tanto, si no somos conscientes de nuestra responsabilidad -pasada, presente y/o futura-, y si dejamos que la política sea reemplazada por la politiquería, sin querer queriendo creamos los contextos que facilitan el accionar de peruanos -profesionales o no- que hacen de la cercanía al poder y la gestión del Estado, un medio para enriquecerse y/o atentar contra los intereses nacionales.

Dentro de dicho contexto socio-profesional, es cada vez más común que profesionales, en el colmo de la ingenuidad y aún siendo honestos y capaces en su profesión, por razones de moda o snobismo intelectual se hacen militantes incondicionales de corrientes ideo-políticas que han creado el paradigma de la “globalización”, como opuesto al de Estado-Nación. Son los actuales “liberales” y “globalizados”, que se consideran gente superada y sin ataduras nacionalistas. Por lo que, de allí a ser parte de esa masa creciente de antinacionales y entreguistas, no les queda sino un paso... muy pequeño. En concreto, son aquellos que no han leído o entendido el texto que resalta con letras mayores en su documento-título, entregado por la Universidad al culminar sus estudios. En dicho documento se lee: A NOMBRE DE LA NACION..., no a nombre de otro país o de una empresa. Quizás, ésa sea la razón por los que muchos denostan lo que es Nación y Patria... y pasan a militar en la “globalización”... y el ENTREGUISMO.

Entonces, y volviendo a los temas de discusión, en particular del gas, nos vamos encontrando con que a través de la parafernalia de referencia técnicas y cifras mas o menos correctas, se trata de “hacer retroceder” a quienes han hecho de las concesiones y privatizaciones una actividad (¿empresarial?) bastante lucrativa. Por supuesto, no creo que eso ocurra... tan fácilmente. Para empezar, tienen en una primera línea de defensa a muchos profesionales ingenuos, cuyas motivaciones no son necesariamente crematísticas, pero sí “casi personales” y no menos perniciosas, como por ejemplo, la de “contrariar” la opinión de algún colega que considera “menos preparado” que él. La segunda línea de defensa, es la de los medios de “comunicación”, por lo general alimentados con comentarios de los primeros y/o de los funcionarios “comprometidos”. La tercera es la jurídico-empresarial, cuya influencia sobre el Ejecutivo, el Legislativo y/o el Poder Judicial, es actualmente determinante. Ante tal escenario, acaso podemos considerar que la estrategia usada por quienes participan activamente en búsqueda de una racionalidad en la explotación y uso de los recursos naturales, como el Gas, es la más pertinente y asegura siquiera un éxito relativo para compensar las exageradas concesiones de los “entreguistas”, que de hecho controlan y/o usufructúan el poder político. Personalmente, tengo mis dudas. Aunque, dejando mi papel de “abogado del diablo”, debo ser enfático en señalar que para hacer del Perú una Nación, se hace ineludible (Sí o Sí) dentro del sector profesional, revisar esquemas intelectuales y reestructurar estrategias políticas para hacer frente a los sectores operadores del entreguismo...Se requiere que los profesionales más calificados sean activos y proactivos en política... Se requiere con ello excluir del imaginario popular, la idea -o hecho- de que un profesional inepto tiene todas las "condiciones" para ser un ministro o congresista... sino presidente.

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